Por supuesto, la Ciudad de México no podía quedarse atrás y se organizó una protesta en el monumento a la revolución. A pesar de que sé que estas cosas (las marchas) no sirven de nada (he ido a varias y lo único que he obtenido es pasar un buen momento, pero la trascendencia es nula), la idea sonaba bien, además era un movimiento mundial, eso, en mi cabeza, le daba un sentido que iba mucho más allá de la marcha ensí misma, así que fui.
Lo que vi, aunque hermoso, fue sumamente triste, fue ver una gran idea en un proceso completamente inmaduro, había tantas ideas, tantas propuestas, tantas quejas, todas ellas de índoles tan diversas, que al verlo con ojos externos, lo único que quedaba en claro es que de ahí nada podría prosperar, porque para que algo creciera y floreciera, tendría que generarse una sola causa, un solo frente de lucha que permitiera encauzar esfuerzos, sin embargo justo aquellos que atrajo a numerosos participantes a esta manifestación era la posibilidad de externar su propio grito, en solidaridad con otros gritos, aunque la cacofonía fuera tal que apenas de pudiera entender.
Ojalá nuestra sociedad algún día tenga la madurez necesaria para hacer prosperar estos movimientos, evitando además las apropiaciones políticas (había gente de cfe y de morena), ojalá en el resto del mundo los gritos sean menos variados para que se escuchen con más fuerza, y ojalá algún día aquí, aprendamos a callarnos nuestros gritos y nuestros deseos en aras del bien común, y de los gritos concensuados, sólo así podremos hacer oír nuestra voz.