Dos de esas personas son mis Ch. y Q., mis papás, a quienes les debo, felizmente, ser el bicho raro que soy.
A ambos los admiro y los admiraré siempre, ella por enseñarme el valor de ser una mujer fuerte, qe lucha por lo que quiere, incansable y generosa, que está dispuesta al mayor desgaste con tal de hacer a los demás un poco más felices; a él, por formarme en una ética fuerte, por inculcarme el espíritu Kantiano y el amor a las artes, la historia y la lectura.
Los extraño, los voy a extrañar, pero ellos hacen mi vida muy chida y me han enseñado a ser felices.
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