7.1.08

regresé de Tabasco

He intentado ya tres veces escribir sobre el tema, pero la verdad es que fue una experiencia muy fuerte a muchos niveles, y quizás lo más fuerte de todo, fue lo sencilla que resultó en apariencia.

Siendo sincera yo llegué a Tabasco esperando encontrarme un estado devastado, casi casi que casas flotando, animales muertos, carreteras destruidas y gente completamente deprimida, y la verdad es que no encontré nada de eso, y de entrada eso me obligó a cambiar los parámetros mentales con los que había llegado.

El primer día de trabajo, la mitad del grupo nos fuimos a una bodega a ayudar a embolsar azúcar, estuvimos en la bodega apenas 5 horas (porque no hay luz y por lo mismo a las 6 teníamos que dejar de trabajar) y acabé completamente harta y exhausta; la labor consistía en cargar un costal de 50 kg, abrirlo, vaciarlo en bolsas de plástico que pesaran alrededor de 3 kg, cerrar las bolsas, volver a meterlas en el costal, cerrar el costal y ponerlo en el nuevo montón de costales vaciados, el punto es que esta tarea había que repetirla y repetirla y repetirla, y pasar 5 horas haciendo eso te deja cansado, aburrido y con la espalda deshecha.

El segundo día el grupo que fue a la bodega (o sea el mío) fuimos a los albergues de Nacajuca, esta fue una de las zonas más afectadas durante la primera inundación y se esperaba que sufriera la misma suerte después de la liberación del dique, en la ciudad había 3 albergues, dos de ellos en iglesias y el tercero en una escuela, yo fui a ese, que además es el más grande y tenía alrededor de 100 niños, que iban a ser nuestra prioridad ahí.

El trabajo en el albergue a pesar de ser más divertido también fue muy cansado, porque los niños, son muy especiales, que saben perfectamente que están en un periodo especial de sus vidas y se comportan de una manera muy extraña, les cuesta trabajo interactuar al principio, no muestran demasiado sus emociones y están ávidos de diferentes cosas, sin embargo poco a poco vas consiguiendo que participen, que sonrían, que se emocionen.

Fue curioso en los albergues también el carácter de los adultos que están ahí, porque al menos yo esperaba gente mucho más tronada y quizás incluso hasta obligada para estar ahí, sin embargo el hecho de que nosotros fuéramos para la segunda inundación, quizás terminó en que las personas estuvieran mucho más hechas a la idea de lo que había pasado y lo que estaba por pasar, y al menos todas las personas con las que yo platiqué estaban ahí por decisión propia, porque tenían hijos pequeños y no podían arriesgarlos.
En fin, son mil cosas, las que podría platicar acerca de mi estancia en Tabasco, la verdad es que todavía no alcanzo a digerirla por completo, hay mucho que pensar, mucho que reflexionar y mucho que hacer.
Pero por lo menos una cosa saco en claro, nunca había sido consciente de la gran cantidad de trabajo que hacen las personas que ayudan en los momentos de crisis, la impresionante tarea que hay detrás de cada despensa que se entrega, la cantidad de chamba que tienen los marinos (a mi no me tocaron militares) para ayudar a las personas, el cariño que hay ahí, el entender que esas son empresas humanas, por encima de cualquier otra.

Y por supuesto la gran necesidad de seguir dando ayuda, porque las cosas en Tabasco y Chiapas todavía no se terminan, porque los campos quedaron inservibles al menos por varios meses, porque la gente, en muchas ocasiones se quedó únicamente con lo que tenía puesto, y no va a tener forma de salir adelante fácilmente por unos meses. Esto todavía no se acaba y de nosotros depende que esos cientos de familias, que perdieron todo lo material, no pierdan la dignidad o la vida.

3 comentarios:

Guillermo Núñez dijo...

Yo me fui a las Bermudas.

Guillermo Núñez dijo...

Bueno, no. Pero, en fin. Ya sabes.
Espero estés bien.

Falma Telemna dijo...

Te largaste a algún lugar? real o figuradamente?
y si, estoy bien, gracias y tu?