Un viaje siempre implica crecimiento, y siempre lo he creído así, aunque a veces me cueste mucho trabajo viajar, siempre me cuesta dejar a mi familia, y como tiendo a ser pesimista siempre creo que les va a pasar algo mientras yo no estoy (cosa que por supuesto nunca ha sucedido).
Lo que es un hecho es que nunca había constatado tanto el crecimiento de un viaje, como lo hicve ahora en mi viaje a Chiapas, fueron 7 días. 7 días de recorrer uno de los estados más bellos de la república mexicana con mi novio y dos de mis mejores amigos.
La primera vez que fui a ese lugar (hace como 16 años), quedé marcada para siempre, nunca había tenido conciencia de la pobreza en la que viven una gran parte de los mexicanos, pero al mismo tiempo nunca había visto la fe y la dignidad que vi ahí.
Los años pasan y los lugares cambian, y por supuesto que Chiapas no ha sido la excepción, Tuxtla Gutierrez es una ciudad muy grande y bonita, con todo lo que cualquiera podría necesitar en una ciudad.
San Cristobal de las Casas, cuando yo fui era un pueblo que amenazaba con convertirse en ciudad, y hoy por hoy, por supuesto lo es, con Cinepolis, Chedrahui, Mc Donald's y Burger King incluidos.
El turismo ha aumentado de una forma apabullante, pero en muchos de los lugares que visité han tenido la inteligencia suficiente, para mantener el sabor que los hacía únicos y especiales (en San Cristobal, te sigues sintiendo en un pequeño pueblo tranquilo y único).
Este viaje a Chiapas, me marcó de nuevo, no solo porque me implicó aprender a ceder y a convivir, a pensar en comunidad, a saber que ir a desayunar sola no tenía chiste aunque me muriera de hambre, porque ibamos todos juntos, a saber que prefería quedarme sin recorrer el cañor del sumidero en lancha si Pancho estaba mal, con la conciencia de que no iba a ser capaz de disfrutarlo ni un poco si no estabamos todos.
Aprendí a ver a muchas personas de mi país, no con la caridad que da mi forma de vida en la ciudad de méxicon, sino con una gran admiración hacía ellos, por defender una forma de vida y seguirla viviendo a pesar de la violencia que hayan podido vivir, o del turismo que a veces no hace verlos como si fueramos a un zoologico.
En fin, en este viaje, como en el de hace 16 años, volví a crecer de una manera inusitada, podría seguir hablando, pero es tanto lo que generó en mi, que todavía tengo que digerirlo, así que no se extrañen si dentro de dos meses yo sigo hablando de mi viaje a Chiapas.
Otoño 2
Hace 6 meses.
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